lunes, 30 de abril de 2012

Cuestión de marketing

A la hora de vender un producto es muy importante realizar una correcta labor de marketing. Hay que conseguir satisfacer las necesidades de los clientes para poder así obtener ganancias. Una de las formas que nos ayudará a vender el producto es, sin ningún lugar a dudas, conseguir que nuestro producto sea atractivo, que tenga algo que llame la atención del cliente y le obligue a detenerse y comprar el producto.

Una forma de obtener la atención del cliente es mediante el nombre del producto. Un buen nombre es fundamental para que el producto se venda y nos da una idea de la calidad de este. Así, por ejemplo, los productos de limpieza Don Limpio nos están diciendo gracias al nombre y al dibujo de Kiko Matamoros del envase, que tu casa quedará limpia como los chorros del oro. Otro ejemplo es la peluquería Pelo´s. No dejan lugar a dudas a que se dedican...

Con todo esto, queda demostrado que un nombre lo es todo en un producto. Por eso quisiera pararme a reflexionar sobre el nombre de un producto en concreto.

Según la RAE, pepinillo es una "variedad de pepino de pequeño tamaño". Un pepino por tanto es un "fruto cilíndrico de seis a doce centímetros de largo y de dos a cinco de grueso". Además puntualiza que "es comestible".

Por otro lado, según el mismo diccionario, sarasa es la forma coloquial de llamar a un "hombre afeminado".

Dicho esto, sería muy descabellado pensar en poner a un producto el nombre "sarasa", y muchos menos si hablamos de cilindros de hasta doce centímetros de largo y cinco de grueso comestibles.
Pues este es el interés ideológico de una marca de encurtidos navarra, unir los dos conceptos en un solo producto:


Saber que los pequeños pepinos que te vas a meter en la boca son de un sarasa pueden producir rechazo entre el sector más conservador de los consumidores.

Me gustaría pensar que lo que se encuentra dentro de ese envase es esto, lo que haría más redondo el producto, ajustándolo al nombre:



Después de esta foto, seguramente haya algún "sarasa" que le gustaría que el pepino no fuera un fruto, sino un "tú-ver-culo"...

Viendo que el target comercial de los pepinillos Sarasa es tan claro y delimitado, tienen que tener por tanto unas zonas de distribución muy concretas, siendo ciertos establecimientos los únicos que entre su gama de productos oferten este tipo de encurtidos como aperitivos, como el siguiente restaurante:


Pero también entre los restaurantes de comida exótica podemos encontrar lugares donde disfrutar del pepino de un Sarasa:



Y es que todo se reduce a una cuestión de marketing.

¡¡VIVAN LOS PEPINILLOS SARASA!!


domingo, 1 de abril de 2012

Hilo musical

Hoy vamos a abordar uno de mis últimos descubrimientos musicales. Se trata de una canción que desde el primer momento que la escuché supe que estaba destinada a combertirse en un gran éxito. Pero no un éxito efímero y pasajero como las canciones del verano, no. Esta canción, que yo la trataría de obra maestra, tiene como único cometido perdurar por los siglos de los siglos, uniéndose a la selecta lista de canciones que forman parte de los himnos universales, tales como la 9º Sinfonía de Beethoven o la más contemporánea, Imagine de John Lennon.

Si Salieri hubiera conocido esta canción, no hubiera perdido el tiempo con absurdas rivalidades con Mozart, de nada le hubiera servido competir con el austriaco frente a la genialidad de esta canción.

La grandeza de esta obra no está en la parte musical, que también, sino en la letra. ¡Es pura poesía! Fente a estos versos, Quevedo y el mismísimo Antonio Machado son simples aficionados, su poesía frente a esta canción se asemeja a los poemas pintados con edding, o en su defecto, rayados con llave en las puertas de algún retrete de bar. La letra, cuya temática es tan profunda que conmueve al oyente y acaricia sus sentimiento, es sin duda alguna lo mejor de esta canción.

¡Que belleza! ¡Que figuras literarias! ¡Con que maestría utiliza el autor el hipérbaton, la anadiplosis y la aliteración!

Por no hablar de la genialidad con la que mezcla pareados con redondillas y el uso del verso alejandrino.

Aquí está la obra. Disfrutarla.




Entiendo que se abogue por la integración de minusválidos en el mundo de la música, tomar como ejemplo a El Langui o Karmele Marchante, pero ¿qué necesidad había de poner a un sordomudo como cantante? ¿Qué será lo próximo? ¿Pianistas mancos, tal vez? La duda queda en el aire...